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La Violeta de Guajara: otra planta exclusiva del Parque Nacional del Teide

La Violeta de Guajara es otra joya más en la colección de flora del Parque Nacional del Teide.

 

En el Parque Nacional del Teide aún quedan cosas por descubrir

Podría parecer que en el Teide, el parque nacional más visitado de Europa, ya no debería quedar nada nuevo por desvelar.

Sin embargo, gracias a las numerosas investigaciones científicas que se realizan continuamente, es raro el año que no se encuentre un nuevo tipo de planta o animal, se localice otro yacimiento arqueológico o se analice alguna formación geológica peculiar.

Entre todos estos hallazgos, resulta sorprendente que hace poco se catalogara una nueva especie de violeta para sumarse a la larga lista de flora exclusiva del Parque Nacional del Teide.

Por supuesto que los viejos cabreros y montañeros conocían de la existencia de una pequeña población de violetas “un poco raras” en la ladera sur de la montaña Guajara, pero no fue hasta hace muy poco tiempo que se identificaron las diferencias, tanto en su forma como en su genética, con las famosas violetas del Teide que crecen hasta la misma cima de ese volcán.

Es decir que, entre las flores del Teide, tenemos el lujo de contar no con una, sino con dos violetas endémicas.

Imagen de la Violeta de Guajara, descubierta recientemente.
Violeta de Guajara (nombre científico: Viola guaxarensis). Imagen cedida por José Luis Martín Esquivel.

¿Pero qué es un endemismo y por qué hay tantos en el Parque Nacional del Teide?

Que una planta o un animal sean endémicos significa que son propios y además exclusivos de un lugar.

Pongamos un ejemplo: las gaviotas patiamarillas son nativas en Canarias porque nadie las trajo hasta estas islas, sino que ellas llegaron por sus propios medios. Pero también ocupan buena parte del resto del planeta.

En cambio, las palomas rabiche y turqué son endémicas de los bosques de Tenerife, Gran Canaria, La Palma, La Gomera y El Hierro, porque los ancestros de estas palomas que llegaron a las islas evolucionaron aquí hasta convertirse en una especie diferente y, por tanto, no se encuentran en ningún otro lugar de La Tierra.

El espacio donde vive una especie endémica puede ser más o menos amplio: una región, una montaña o una cueva. Cuanto más reducido es su hábitat, más vulnerable es esa especie. Cualquier trastorno en su hogar puede llevarla a la extinción, al no tener poblaciones de reserva en otros sitios.

Pues bien, tanto la violeta del Teide como la violeta de Guajara viven en enclaves muy reducidos de la alta montaña de Tenerife.

Foto de la Violeta del Teide, flora endémica del Parque Nacional del Teide.
Violeta del Teide (Viola cheiranthyfolia).

Estas flores del Teide, la violeta del Teide y la violeta de Guajara, son solo dos ejemplos de la increíble corte aristocrática de especies únicas que se desarrollan en este parque nacional.

Hay diecisiete tipos de plantas exclusivas y más de un centenar de especies de invertebrados endémicos, como arañas, escarabajos, moscas, pulgones o abejas, con características que las diferencian de las del resto del planeta. ¡Y cada poco tiempo se descubre otra nueva!

Esta riqueza y variedad de plantas y animales que viven en el Teide han evolucionado para adaptarse a unas condiciones de vida muy específicas y exigentes. Son especies capaces de sobrevivir con diferencias extremas de temperatura entre el día y la noche, una humedad muy baja y una enorme insolación, vientos que frecuentemente son fuertes y racheados, un suelo volcánico poco fértil y lluvias tan escasas como si fuera un desierto. Y aun así, o precisamente gracias a todo ello, el Teide es un jardín espléndido de especies increíbles.

Como bien sostenían en Jurassic Park: la vida se abre camino.

La historia del descubrimiento de la violeta de Guajara

La violeta del Teide es la hermana más famosa de las cinco violetas endémicas que crecen en Canarias.

Este ejemplar de la flora del Parque Nacional del Teide fue citado por primera vez por el botánico y astrónomo Louis Feuillé, a principios del siglo XVIII, cuando ascendió al Teide en uno de los primeros intentos serios de medir la altitud de este volcán.

A finales de ese mismo siglo, nada menos que Alexander von Humboldt la nombra en el capítulo dedicado a Tenerife de su obra Viaje a las regiones equinocciales del Nuevo Continente y a él le debemos su nombre científico de Viola cheiranthyfolia.

La violeta del Teide ostenta el récord de la flor que crece más alto de toda España, llegando a encontrarse incluso a 3.700 metros de altitud.

Unos mil metros más abajo y a apenas siete kilómetros en línea recta, vive la Viola guaxarensis o violeta de Guajara.

No fue hasta el año 2020 cuando se publicó el trabajo de los biólogos Manuel Marrero, Jose Luis Martín Esquivel, José Docoito y Manuel Suárez demostrando que la violeta de Guajara era una especie diferente.

Otra pequeña violeta acababa de entrar oficialmente en el pódium de las plantas más amenazadas del mundo.

Para asegurar su subsistencia, desde hace unos años se han instalado una serie de vallados que impiden que los herbívoros introducidos en el parque (muflones y conejos) puedan acabar con esta pequeña población superviviente. Pero también se cierne sobre ella la amenaza del cambio climático.

La violeta del Teide y la violeta de Guajara, dos montañeras de alto nivel

Las violetas son plantas aparentemente frágiles que no tienen aspecto de ser capaces de soportar las inclemencias del tiempo.

Sin embargo, en las condiciones extremas de las cumbres del Teide y de montaña Guajara, la violeta de Guajara y la violeta del Teide nos regalan sus preciosos ramilletes de flores lilas cada primavera.

Puedes contemplar ambas especies pertenecientes a la flora del Parque Nacional del Teide y descubrir sutiles diferencias en la forma de sus hojas y flores en el Jardín Botánico de El Portillo, donde se está haciendo un esfuerzo por la conservación de ambas especies mediante la recogida de semillas para su cultivo.

Artículo redactado por María Mengual, consultora y divulgadora de nuestro patrimonio. Agradecemos a José Luis Martín Esquivel, coordinador del Área de Conservación del Parque Nacional del Teide, sus sugerencias para mejorar la exactitud del contenido.

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