La fotografía es lo que algunos definen como el arte de capturar un momento, uno que nunca se vuelve a repetir.
Además, por mucho que se pretenda, nunca será igual que aquel que inmortalizamos con la cámara la primera vez.
Dentro del arte fotográfico existen multitud de variedades, como la fotografía de retrato, de paisaje, la submarina, la aérea y la nocturna, entre otras muchas.
Daniel López, ingeniero de formación y fotógrafo de profesión, hace una mezcla entre la astronomía, la naturaleza y la fotografía que da lugar a la astrofotografía, un tipo de fotografía centrada en captar los cuerpos celestes.
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Los primeros contactos de López con este tipo de fotografía nocturna fueron en Huelva, desde donde soñaba con venir a Tenerife u otros lugares del Archipiélago, pero, sobre todo, al Parque Nacional del Teide, porque asegura que “siempre se oye que este lugar es como la meca del astrónomo aficionado”.
Su oportunidad para conocer el Teide le llegaría cuando le ofrecieron trabajar como técnico de operaciones telescópicas en el Instituto de Astrofísica de Canarias (IAC) y la primera vez que subió al Parque Nacional del Teide confiesa que se sintió “completamente alucinado”.
De hecho, durante su ascenso en coche, “miraba para todos los lados” por lo maravillado que se sentía con el paisaje natural.
En cuanto tenía tiempo libre lo destinaba a hacer “fotos y fotos”, con puestas y salidas de sol “alucinantes”. Y así fue como lo que empezó como una afición pasó a ser su trabajo, pues dejó de ser técnico de operaciones telescópicas para desarrollar su técnica fotográfica y captar imágenes únicas, como eclipses de sol y de luna y “momentos especiales nocturnos” con telescopios que le permitieron capturar momentos “que el ojo humano nunca había visto”.
La jornada de López, ahora como autónomo para obtener las imágenes que soliciten diferentes entidades, depende mucho del trabajo específico que vaya a realizar.
Por ejemplo, si va a hacer timelapses, fotografía con telescopios profesionales o amateurs o simplemente perderse una noche entera tomando imágenes bonitas del cielo nocturno. Sin embargo, el fotógrafo señala que todas sus fotos están “muy planificadas”, incluso con muchos meses de antelación cuando se trata de fotografiar la Luna o la Vía Láctea “en una determinada posición”.
Aunque también admite que hay tiempo para la improvisación, “cuando hay algún gorro” de nubes en el Teide u otros momentos.
El Parque Nacional es también un espacio de mejora para quienes desean potenciar su fotografía, pues, según explica Daniel, al estar 2500 metros sobre el nivel del mar “ya te estás quitando la parte más revuelta de la atmósfera”, además de que no hay contaminación lumínica y la presencia de los vientos alisios permite “que la calidad atmosférica sea muy buena”.
En definitiva, el Parque Nacional posee un conjunto de elementos que forman un “todo” y que “van sumando” para que sea un paraje “totalmente especial” para cualquier aficionado a la fotografía.
Por otra parte, el atractivo que posee el Teide hace que también sea de los lugares más fotografiados del mundo, pero López considera que “siempre hay alguna imagen nueva” que capturar, aunque para ello “hay que currárselo mucho”.
No obstante, remarca que “siempre hay un momento especial, un rincón, algún punto de vista en el que ves la Luna poniéndose en un sitio diferente”.
Este pensamiento de López refuerza, nuevamente, su visión sobre el Parque Nacional como un lugar único en el mundo para la fotografía por la suma de sus partes: endemismos, un cielo “espectacular” y unas nubes que, cuando aparecen alrededor del Teide, dan lugar a fotos de postal que nada tienen que envidiar a las de otros puntos del planeta.