La naturaleza es un medio que ofrece muchas posibilidades para los amantes del deporte como, por ejemplo, el submarinismo, la escalada o el alpinismo.
Esta última modalidad es una que Juan Diego Amador, primer y único canario hasta la fecha en coronar el Everest, conoce muy bien, pues ya desde pequeño, con siete años, comenzó a interesarse por el entorno del Parque Nacional del Teide, donde hacía excursiones con su familia.
Juan Diego recuerda el parque como un lugar “inmenso” y con una “naturaleza sublime”.
ÍNDICE DE CONTENIDOS
No sería hasta los 20 años de edad cuando iniciaría sus primeros ascensos, al tratar de alcanzar la cima del Mont Blanc, en los Alpes. Algo que no consiguió, pero sí supuso el comienzo de sus ascensos a los grandes picos del resto del mundo.
Aunque es conocido más por su faceta deportiva, Amador se licenció en geografía por pura vocación; de hecho, se dedicó a la docencia y es guía de montaña, porque el conocimiento y la enseñanza son dos pasiones que siempre ha tenido, así como la inquietud por descubrir lugares recónditos, lo que le genera una “ansiedad” positiva, según relata.
En ese sentido, cada viaje es para él una nueva aventura en la que conectar con la naturaleza y descubrirla.
A pesar de que haya coronado el Everest, Amador afirma que subir esta montaña de casi 9000 metros de altitud no tiene mayor satisfacción que simplemente estar en el punto más alto del planeta, es decir, la importancia de estas hazañas reside en el viaje, más que en el propio destino.
También señala que hay factores influyentes en la experiencia de ascenso, como las personas que lo acompañan y la progresión y mejora física durante cada expedición.
Asimismo, el alpinista explica que el Everest actual está muy masificado y es diferente al que él escaló hace 17 años, por lo que califica este ascenso como una “aventura que cada vez es más pequeña” por su popularidad.
Por el contrario, Amador encuentra más satisfactorio subir una montaña virgen de menor altitud, en la que trace su propia ruta y esté más enfocada al “alpinismo más puro”, tal y como lo define.
El geógrafo llega a la conclusión de que muchas veces se magnifican las alturas, pero cuando se hace una ruta pionera esta adquiere un toque de encanto y exclusividad: es como “los problemas que resolver para aquel a quien le apasionan las matemáticas”, puesto que la escalada es también la resolución de retos técnicos, logísticos o físicos que se le presenten al escalador durante el ascenso.
Su labor como guía de montaña la ejerce con un profundo cariño y respeto hacia la naturaleza y a quienes quieren acercarse a conocerla.
Por eso, siempre intenta que en sus visitas guiadas, como el ascenso al pico del Teide, por ejemplo, se vele por la seguridad y se siga un itinerario que satisfaga a sus acompañantes, tanto en materia de flora como en aspectos geomorfológicos, dependiendo de lo que busquen, todo ello con la intención de educar para que todos tengan una conciencia medioambiental.
Juan Diego indica también que el Parque Nacional del Teide es un buen punto de partida para aquellos que quieran iniciarse en el alpinismo.
Además, nos explica que el Teide es, por muchos motivos, el mejor territorio de Canarias en particular y de España en general para adentrarse en el mundo de la montaña, sobre todo por su cercanía y altitud, un “plus” que permite una buena preparación física y llegar mejor aclimatado a expediciones de gran altura.
La geomorfología también es otro elemento que considera que le ha valido al Teide como territorio único y, pese a que hay muchas rutas y senderos conocidos, Amador anima a sus visitantes a “dejarse sorprender por los maravillosos rincones que tiene todavía y que están muy poco transitados”.