Las estrellas, los satélites, planetas, asteroides y el cosmos en general siempre han sido objeto de estudio para tratar de comprender, entre muchas cosas, los cuerpos celestes que nos rodean.
Para cuando termine este siglo se estima que la humanidad ya habrá pisado Marte, pero para Miquel Serra, astrónomo y administrador del Observatorio del Teide, visitar el Parque Nacional es, de por sí, como estar “entrando en otro planeta”; de hecho, la primera impresión que le causó el parque le recordó a las imágenes del programa espacial Viking, para la exploración de Marte.
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Miquel Serra nos desleva en la siguiente entrevista, el motivo por el que el Teide tiene un gran protagonismo en su vida.
Aunque ahora mismo ostenta un cargo de gran responsabilidad en el Observatorio del Teide, Serra, natural del Barcelona, confiesa que el Teide “prácticamente no lo conocía”: identificaba a Canarias por “ese cuadrito” que aparecía cuando informaban de la previsión meteorológica, pero desconocía los entornos naturales del Archipiélago.
Tras comenzar en 1987 como becario en el Instituto de Astrofísica de Canarias (IAC) y después de llevar casi 30 años trabajando de forma regular en el Observatorio, Serra admite que este es un paraje que “te sorprende cada día”.
Por eso, cuando le preguntan por qué después de tanto tiempo sigue asomándose a la ventana para ver el atardecer, él contesta: “Porque siempre es distinto”, pues afirma que hasta una nube puede cambiar la percepción del parque natural.
A pesar de que se siente un afortunado por trabajar en un lugar como el Parque Nacional del Teide, siente “pena” por tener tan lejos a su familia y la tierra que lo vio crecer y donde pasó su juventud, algo que compara con lo que deben de sentir los canarios cuando se van fuera, puesto que nunca se deja de echar de menos ese lugar “que te ha criado”.
Sin embargo, Miquel se considera de Canarias en general y de Tenerife en particular, porque es un territorio que le ha dado “todo” y más, sobre todo en el caso del Observatorio, donde se casó por el vínculo que tiene con el Teide, un sitio que, en lo profesional y en lo personal, remarca, “lo ha sido todo” para él.
Tal es la mella que ha hecho el Teide en la vida y profesión de Serra que –afirma– ningún lugar del planeta podrá desbancar el cariño que le tiene.
Asimismo, Serra califica su trabajo como “una suerte”, porque tanto a nivel de investigación como de gestión, siempre los investigadores del IAC están enfrentándose a sensaciones y escenarios nuevos, lo que le quita cotidianeidad y aburrimiento a su oficio.
No obstante, el astrónomo explica que muchas veces, al estar “arriba”, en el Teide, se olvidan un “poco de la realidad” y por eso comenta que los turnos suelen ser de tres o cuatro días, para que la gente pueda desconectar de sus investigaciones y de “esa conexión con el Teide y las estrellas”.
En cuanto a la gestión del Observatorio del Teide, Miquel hace dos distinciones sobre sus labores, pues por un lado se encarga de gestionar los telescopios y los proyectos de investigación actuales y futuros y, por otra parte, se encuentra su faceta como investigador con varios proyectos sobre el sistema solar.
En ese sentido, destaca la instalación del Telescopio Solar Europeo: el Observatorio es uno de los candidatos para albergar esta herramienta, que sería, junto con el telescopio que hay en Hawái, el mayor del mundo.
Además, existen otros proyectos científicos para estudiar el universo de altas energías a través de la instalación de una gran red de telescopios cherenkov, así como la evolución y las consecuencias de la contaminación lumínica, tanto en los cielos como en los ecosistemas nocturnos del parque, entre otros muchos.
Unos proyectos en los que Serra señala el “protagonismo especial del Parque Nacional” para que puedan desarrollarse y que, además, los describe con palabras que irradian la pasión con la que vive su profesión.
Aparte de la investigación que se realiza en el Observatorio, también se hace especial hincapié en la importancia de la divulgación de la ciencia a jóvenes estudiantes, niños y turistas sobre cómo los astrónomos estudian y aplican el método científico para entender el universo y predecir “las cosas que pueden pasar en el futuro de la Tierra y el sistema solar”, según apunta Serra.
Canarias, Hawái y Chile son los lugares que Miquel estima como los mejores para observar las estrellas, por lo que subraya la importancia de tomar conciencia, cuidar estos parajes y salvarlos de la contaminación lumínica.
De esta forma, concluye Serra, el Parque Nacional del Teide es “un tesoro” que se debe cuidar con el fin de que siga siendo uno de los mejores lugares del mundo para contemplar el cielo.