Tenerife es un paraíso con muchísimos lugares de historia y, en el ámbito científico, uno de los que sobresalen es, sin duda, el Observatorio Atmosférico de Izaña.
Un espacio que tiene a sus espaldas 104 años de vida, lo que lo convierte en uno de los observatorios más antiguos de toda España. Sin embargo, su labor por aquel entonces era diferente a la que desempeña actualmente, pues se inició como un observatorio meteorológico normal, para luego acabar desarrollando mediciones aerológicas.
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Sobre esta materia sabe mucho Ramón Ramos, jefe de sistemas básicos del Observatorio de Izaña, quien llegó aquí tras aprobar unas oposiciones y reconoce que se enamoró del lugar porque.
Según comenta, “en pocos sitios como este tienes la oportunidad de disponer de un paisaje y de la tranquilidad para poder hacer tu trabajo sin ningún estrés en absoluto”.
Ramos, natural de Valladolid, lleva 25 años desarrollando su labor en el entorno del Parque Nacional del Teide, un espacio natural que le aporta “tranquilidad”, puesto que al hacer su trabajo, explica, se mantiene concentrado y, salvo por el teléfono móvil, “nadie te molesta”, porque “trabajas con equipos y con un paisaje inigualable”.
Las palabras de Ramos evidencian su profundo amor por la naturaleza que lo rodea, pero también por los aparatos que emplea para trabajar con la atmósfera.
Para Ramos cada día en el Parque Nacional es diferente, aunque señala que los más “divertidos” son los de nieve o, por contraste, los de tormentas eléctricas, que califica como “terroríficas”.
Este espacio y sus fenómenos meteorológicos –afirma– hacen que no haya días iguales y que cada jornada sea única. Por otra parte, una de las cuestiones que Ramos reseña como la mejor de su trabajo es “la innovación”, pues en el observatorio trabajan con equipos punteros y con los más “novedosos del mercado”.
Muchos de ellos, al estar en desarrollo, los obligan a estar atentos a las nuevas metodologías de mediciones.
Una de las tareas que se realizan en el observatorio es mantener en funcionamiento los equipos de observación constantemente, “con la mayor calidad posible, para poder detectar los gases de efecto invernadero”, así como la calibración de los aparatos y el control de calidad de los datos que ofrecen.
Desde el año 1984 el Observatorio Atmosférico es, junto con otra veintena aproximada de estaciones, de las pocas que se encargan de la vigilancia atmosférica global.
Para ello, miden gases como, por ejemplo, el dióxido de carbono y el metano y toman también medidas de radiación en todo el espectro: visible, infrarrojo y ultravioleta. Ramos expone que estas mediciones las llevan a cabo in situ y también “por medio de fotometría solar”. Este trabajo sirve para mantener una “vigilancia de la química atmosférica” global.
Esta vigilancia no sería posible sin las características propias del Observatorio Atmosférico de Izaña, donde la atmósfera permanece limpia y permite que las medidas que toman sean representativas a escala global.
En palabras de Ramos, esto se debe a que la inversión térmica hace “un efecto tapadera”, por lo que la polución que venga de la isla se queda en los niveles bajos y solo llega cuando esta inversión se rompe por tormentas, según señala el jefe de unidad de sistemas básicos.
La única polución que llega es la de Norteamérica o de los procesos de combustión que hay en el norte de África; en el Observatorio se procede a su medición y evaluación en cada estado que atraviesan los gases para luego, tras asignar los valores correspondientes, facilitar esa información a diferentes centros mundiales como la Organización Meteorológica Mundial (OMM).
Ramón Ramos concluye que el Parque Nacional del Teide es un “enclave bastante interesante”, dada su latitud, la posición en medio del mar, el estar cerca del continente africano y muy alejado de América del Norte, por lo que pueden medir, por ejemplo, “las masas de polvo sahariano”, que es la mayor fuente de polvo mineral de la atmósfera.
Todo ello implica un abanico de posibilidades para medir, estudiar, entender y ofrecer datos representativos exactamente iguales a otros lugares del planeta que también estudian la atmósfera.